Gobierno de Juan Bosch


“Desde la década del 40 del pasado siglo Bosch era reconocido como uno de los grandes escritores de la región”.

GOBIERNO DE BOSCH

El 27 de febrero de 1963, hace exactamente 54 años, Juan Emilio Bosch Gaviño asumió como presidente de la República Dominicana. De esa manera el reconocido intelectual –quien para la fecha poseía una vasta obra literaria, principalmente en el campo de la cuentística- encarnó la decisión de la mayoría de su pueblo, que lo escogió el 20 de diciembre de 1962 como el primer presidente democráticamente electo en ese país, luego de tres décadas de feroz dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.

Como candidato del Partido Revolucionario Dominicano prácticamente arrasó en esos comicios, propiciando además que su agrupación alcanzara 22 de los 31 escaños del Senado y 49 de los 74 puestos de la Cámara.

La llegada de Juan Bosch a la más alta responsabilidad estatal —luego de permanecer casi 25 años en el exilio, 19 de los cuales transcurrieron en Cuba— abrió un camino de esperanza para la sufrida nación quisqueyana. Ese sendero no cristalizó, desafortunadamente, a partir de la oposición de los sectores más retrógrados de la oligarquía, en contubernio con la cúpula militar y la alta jerarquía de la iglesia católica, quienes conspiraron aún antes de su investidura para impedir que se desarrollaran las transformaciones propuestas por él durante la campaña electoral.

Apenas siete meses después, el 25 de septiembre, dichas fuerzas, en complicidad con la embajada yanqui —tal como ha sucedido en infinidad de ocasiones— mostraron su verdadero rostro y lograron sacar del poder a Bosch, cercenando así la posibilidad de consolidar un programa de carácter nacionalista y democrático, cimentado desde una amplia participación popular. 

En realidad la asonada golpista fue una de las fases de una operación mucho más abarcadora contra la figura del insigne intelectual. La primera consistió en impedir por todos los medios que éste se impusiera en los sufragios convocados. En ella desempeñó un papel preponderante una parte de la jefatura clerical, la cual formuló múltiples acusaciones en su contra.

La segunda etapa, encaminada a que Bosch no asumiera la presidencia, no se materializó por diversos motivos, dando paso a la tercera la cual tuvo como aspiración cardinal imposibilitar que el destacado intelectual concluyera su mandato. La cuarta, epílogo del tenebroso plan, se concibió en dos partes: eliminar en lo inmediato las conquistas sociales alcanzadas por el pueblo en aquellos meses, incluyendo la Constitución promulgada, y garantizar, valiéndose de cualquier medio, que su líder no retornara al gobierno. 

Aquí se insertó la invasión estadounidense de 1965 para abortar la Revolución de Abril, movimiento encabezado por un grupo de militares dignos, entre ellos el coronel Francisco Caamaño, que enarboló como uno de sus propósitos cimeros restablecer a Bosch en el mandato otorgado antes por el pueblo.

A partir de ese momento el lúcido pensador se consagró por entero a una profunda labor pedagógica y social, asentada en la investigación y divulgación histórica, enfocada en el crecimiento de sus conciudadanos y orientada hacia la lucha política.

Por tales razones, prácticamente abandonó desde ese instante su producción literaria previa. Lo distintivo en su caso es que dicha labor la emprendió desde un arduo proceso de investigación y profundización en nuestras raíces históricas, económicas y políticas.

En esas pesquisas, en las que se interrelacionan numerosos saberes, el conocimiento histórico es la piedra angular que le da forma y sentido a sus análisis, a través de los cuales adquiere toda su magnitud la lucha de los pueblos caribeños ante las apetencias imperialistas. Acrisoló, en otras palabras, una visión profunda de la historia, en la que concepciones como el Gran Caribe, el imperialismo, y el Caribe como frontera imperial, poseen enorme significación y vigencia. En esta línea sus libros De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe frontera imperial y El Pentagonismo sustituto del imperialismo constituyen obras clásicas, las cuales son permanentemente revisitadas por estudiosos de toda la región.

“No basta tener ideas; hay que hacerlas realidad en lo grande y en lo minúsculo.” Juan Bosch

La vida azarosa de Juan Emilio Bosch Gaviño es digna, como la del resto de los patriotas continentales, de una novela o de ser llevada al celuloide. Hijo del catalán José Bosch Subirats y de la puertorriqueña Ángela Gaviño, vino al mundo en predios de La Vega, en la República Dominicana, el 30 de junio de 1909. Fue un niño inquieto, con marcada inclinación por la lectura si bien, como el resto de los infantes de la pequeña comunidad rural de Río Verde, donde vivió durante la infancia, estaba en contacto con la naturaleza y participaba de los juegos predominantes en la época.

Impresiona saber que alguien de su estatura intelectual solo pudiera culminar el tercer nivel de bachillerato. Sin duda que en el desarrollo de su fértil imaginación mucho tuvieron que ver los múltiples recorridos que realizó por las más variadas latitudes. Ese sería un rasgo, el de viajero impenitente, que lo marcaría, aún sin saberlo, desde que en 1924 se trasladara hacia la capital dominicana, como preámbulo de su primer acercamiento, cinco años después, a tierras españolas, venezolanas y de otras islas de las Antillas Menores.

Al regreso a Santo Domingo, en agosto de 1931, encontró que su patria comenzaba a ser maniatada por el sátrapa Rafael Leónidas Trujillo, amordazamiento que se prolongaría hasta el 30 de mayo de 1961 en que un comando ajusticiara al dictador.  Cada día transcurrido desde entonces encontró a Bosch enhiesto, desde diversas trincheras, en el combate contra el energúmeno que sometió a su pueblo a la más terrible represión.

Con apenas veinticuatro años publicó el libro de cuentos Camino Real.  Nunca, en lo adelante, dejaría de compartir con sus semejantes vivencias y reflexiones sobre los más inverosímiles acontecimientos históricos, políticos y culturales en los que se vio inmerso. Al extremo que más de cincuenta obras emergieron de su pluma, evidenciando la incorporación de nuevos conceptos que brotaban a la letra impresa con madurez acrecentada. Bosch, en ese como en otros muchos aspectos, es heredero de la definición martiana de que la educación comienza en la cuna y termina en la tumba.

Uno de los rasgos que caracterizó su la vida, sobre todo hasta la elección como presidente, fue la capacidad de simultanear las más variopintas profesiones con su vocación incalificable por la escritura. Mientras permaneció en Cuba, hasta que se marchó por la persecución a la que lo sometió la no menos sanguinaria dictadura batistiana, laboró como vendedor de productos farmacéuticos, buscador de anuncios para la prestigiosa revista Bohemia y editor de libros y periódicos.

Ganó además concursos literarios y participó en la elaboración de la Constitución de 1940, una de la más progresistas del continente. Pocos conocen asimismo que Bosch escribió el guión de dos programas para la antigua emisora CMQ: Forjadores de América y Memoria de una dama cubana. Al igual que decenas de creadores estaba obligado a vender personalmente los libros que redactaba. 

En nuestro país encontró hospitalidad y cariño hasta que la represión desatada contra él lo obligó a marcharse en 1958. Llama la atención como los complejos de personalidad de ambos dictadores, Trujillo y Batista, unido a viejas contradicciones, hicieron que sátrapas de exacta calaña, pese a las apariencias, se mantuvieran con recelos insalvables. 

Desde el prisma de organizador de agrupaciones políticas fundó en La Habana en 1939 el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), esencialmente concebido para derrocar a Trujillo y —al igual que hiciera su antecesor cubano creado por Martí, el 10 de abril de 1892 con la intención de obtener la independencia de Puerto Rico— pelear en esta oportunidad por la desaparición de todos los regímenes de oprobio impuestos violentamente en el Caribe. Esta organización llegó a disponer de varias células en la región, incluyendo los Estados Unidos. Fue precisamente mediante ellas que llevaron adelante la frustrada expedición de Cayo Confites.

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